“Las organizaciones no pueden ir más allá del nivel de conciencia de su dirigente. Un líder que no haya internalizado una mirada evolutiva no entenderá las prácticas Teal”.
Después de años de trabajo confirmo esta afirmación de Frederic Laloux. Veo como a pesar de las buenas intenciones los esfuerzos de transformación fracasan. Al mismo tiempo no me resigno a esperar a que cambie el nivel de conciencia de los dirigentes. Me urge el deseo de ayudar a crear organizaciones donde las personas florezcan.
Una conversación entre Martín Burt, autor del libro “¿Quién es Dueño de la Pobreza?” y Ken Wilber me iluminó: Wilber le dijo que no podía cargar sus conocimientos en la cabeza de los demás, que su función era ayudarlos a subir la escalera de la conciencia. Burt comprendió que la lucha contra la pobreza no era suya, sino de quienes la padecen; su papel era ayudarles a ver que la salida era posible.
Esa conversación me trajo dos certezas. Primero, que la transformación de la organización pertenece a quienes la viven; mientras que el rol de quienes ayudamos a la transformación es acompañar y hacer ver que la transformación es posible y vale la pena. Segundo, que aunque cada cual mira desde su peldaño y no ve el escalón superior, podemos tender la mano para que otro suba. Se trata de ser un farol en la escalera, no un ascensor.
He podido conciliar la afirmación de Laloux con la posibilidad de acompañar: no podemos elevar la conciencia de nadie, pero sí podemos ayudar a que ascienda.
Para ti que acompañas organizaciones en su transformación te comparto la pregunta que ahora me hago: ¿Cómo haces para ayudar a otros a subir la escalera de la conciencia?
Me encantará leer tus aportaciones y profundizar la conversación sobre este tema.